Empecé y abandoné Somerville a los pocos minutos
Hace unos días comenté que había descargado Somerville. Me decanté por un repack pirata ultra comprimido porque no dispongo de conexión en casa (uso el móvil). Es una faceta curiosa de la piratería, cuando nos beneficia con comodidades que ni siquiera disfruta quien adquiere legalmente ese software. La piratería debería presentar mayores inconvenientes, no ventajas, ¡es el mundo al revés!
Si el pirata de turno reduce hasta cuatro veces el instalador original, en mi caso la elección es fácil: descargo la versión con menor peso, la pruebo y ya lo compraré si me gusta. Y de verdad, os digo de corazón que me habría encantado comprarlo, pero no pudo ser. He dejado Somerville a medias...
Quería con toda mi alma que Somerville se apoderase de los mismos resortes que otrora Another World activó, aquella antigua aventura de los 90 con un lenguaje cinematográfico revolucionario en un videojuego de su época. Pero esa obra maestra que primero conocí fugazmente en MS-DOS (en un ordenador que no era mío) y terminé de disfrutar en Mega Drive, presentaba una serie de retos, tanto lógicos como de habilidad y coordinación, que pese a su irrisoria duración podían tenerte bien atareado durante tu primera partida.
Eso es, justamente, algo de lo que carecen las aventuras narrativas como Somerville, cuyo planteamiento jugable se diluye hasta la categoría de walking simulator. Y no, no es malo que existan juegos para todos los gustos, ni que jugadores menos hábiles que yo puedan completar los títulos que comienzan. El problema lo tengo con los juegos que pretendiendo gustar a todo el mundo, me dejan descaradamente de lado; yo también soy parte del mundo, señores desarrolladores.
Durante el rato que le dediqué a Somerville, tuve la sensación de que no estaba jugando, que me estaba dedicando únicamente a caminar y recrear situaciones idénticas a las de Inside. De repente, sentí que esta historia podría ser narrada de otro modo, que sin puzles ni complicaciones yo no era necesario para avanzar y, sin más, decidí abandonar la partida. El resto del juego lo visioné desde YouTube, como una película.
Si buscáis un juego corto, sin complicaciones para terminarlo, mucho más pulido que Somerville, animaciones orgánicas, ambientación potentísima y que os haga preguntaros qué demonios está pasando, antes os recomiendo Inside. Y si aceptáis la tosquedad, lentitud, exigencias (había que ser muy preciso) y peculiaridades de otros tiempos, recuperad los clásicos (citados anteriormente) que abrieron la mente a mi generación.
La premisa de Somerville es maravillosa, me ilusionó, ¿quién puede resistirse a una invasión a escala planetaria? Seguro que un montón de jóvenes lo recordará dentro de 20 ó 30 años, se convertirá en su Another World. Pero es una pena, he disfrutado más de Somerville viéndolo que jugándolo. Bastante más. Y sé que muchos jugadores de mi edad podrían verse en la misma situación, no nos gusta que nos lleven de la mano, está bien tropezar, incluso caer y aprender. Aquí no hay punto intermedio, la intención es narrar una historia de forma visual.
Salvo la idea (me flipa, de verdad), salvo los minutos finales y salvo el arte en general. Destruyo prácticamente todo lo demás, empezando por el protagonista y sus andares, falta finura, elegancia, pues sólo con eso, Inside ya te dejaba con la boca abierta en los primeros compases, ¡parecía una coreografía rodada en un plano secuencia infinito!
No llega a 20 euros, tampoco es tirar el dinero, pero espero que te guste más que a mí.