Super Rub’a’Dub

No sé si recordáis la polémica que hubo en torno a la ausencia de vibración en el primer mando que acompañó a PlayStation 3. Al final, todo resultó ser un tema económico y de patentes. Para compensar, Sony añadió una nueva función, el control por movimiento al estilo Wii. Bueno, parecido. Da igual. Para aprovechar esta característica se lanzaron juegos como Super Rub’a’dub...

La semana pasada se estrenó Super Rub’a’dub, un secillo juego protagonizado por los encantadores patitos que Sony ha utilizado en algunas de las demostraciones técnicas de sus consolas. Estamos ante un título con el que podrá disfrutar toda la familia, menos tú. ¿Por qué? Porque tú eres un jugón y los de nuestra especie no somos conformistas, no debemos serlo. Este invento se ha quedado en algo así como una demostración jugable de las capacidades del nuevo mando de control SixAxis, aunque tampoco aspiraba a mucho más.

Dicho esto, aclaro que no se trata de una demostración, a versión completa cuesta 4.99 euros.

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Como comentaba en el encabezado, los patos de goma que Sony son los protagonistas de esta creación de su filial europea y Sumo Digital. A lo largo de 60 escenarios divididos en tres niveles de dificultad, este juego de destreza nos propone un sencillo reto: guiar a una madre pato en busca de sus pequeñuelos, llevarlos a salvo hasta el desagüe de la bañera y evitar a unos temibles tiburones de juguete con muy malas pilas.

Se ha optado por un sistema de control mediante el sensor de movimiento que incluyen los nuevos mandos de PlayStation 3. Inclinando el Sixaxis en cualquier dirección, produciremos el mismo efecto en la bañera sobre la que flotan los patos y demás elementos de cada nivel. Es decir, si inclinas el mando hacia la derecha, el escenario también se inclinará hacia la derecha y nuestro pato será arrastrado en consonancia. Y aquí comienzan los problemas que acaban arruinando mi diversión.

El control es hipersensible a nuestros movimientos, el más sutil desplazamiento del Sixaxis afecta de forma desmesurada a la inclinación de la bañera. Para colmo, el escenario apenas posee un par de centímetros hasta llegar a su límite de inclinación, esto significa que la mayor parte del tiempo la pasamos con el escenario totalmente volcado hacia un lado o hacia otro, siendo muy complicado mantenerse entre los valores intermedios. Con una palanca analógica sería mucho más sencillo saber si estamos ejerciendo más o menos presión, pero la única forma posible de jugar es mediante el sensor de movimiento, por lo que no hay límites físicos.

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Desgraciadamente, los problemas de Super Rub’a’dub no sólo no terminan aquí, sino que se suman y se complementan yendo a más.

Es comprensible que el vaivén del agua influya en nuestro pato, todo normal. Pero da como resultado una continua pelea contra el dichoso elemento y unos patos que en vez de flotar, da la impresión de que se estuvieran deslizando sobre una gran mancha de aceite. Además, cada vez que intentas cambiar de dirección, las olas que has originado hacen tambalear a tus patitos, provocando movimientos imposibles de prever e imprecisiones que aumentan la sensación de descontrol. En pocas palabras: la física no es divertida cuando entorpece tan claramente la partida.

A medida que avanzas encuentras más y más trabas, el diseño de los niveles es muy repetitivo y las imprecisiones jugables le restan muchos puntos. Incluso cuando intentas jugar con la más absoluta calma, acabas siendo arrastrado contra cada pared, el factor suerte es mucho más importante que tus calculados movimientos con el mando. Las mejores partidas llegan por arte de magia y de forma inesperada, no importa lo delicado y preciso que seas.

Definitivamente, no es un juego que haya disfrutado y pueda recomendar, no siento que tenga verdadero control sobre la partida. He querido que me guste, pero no pudo ser. Al menos no es caro y es bastante mono, algo es algo.