The Silent Age

Una breve aventura gráfica de aspecto muy elegante sobre viajes en el tiempo. Debido a su cerradísima estructura, estaría más cercana a una historia interactiva que a las complicadísimas aventuras clásicas que jugábamos de pequeños. Su corta duración y baja dificultad la hacen ideal para desconectar durante unas cuatro o cinco horas en total, avanzando sin quebraderos de cabeza. Historia amena, bonito de ver y fácil de jugar.
Después de un día muy largo, uno no siempre está preparado para retos que pongan a prueba habilidad, paciencia e intelecto. Y mejor no hablemos de iniciar una de esas partidas (escoged vuestro RPG favorito) que se alargan varias semanas, no hay tiempo para eso. Es una suerte que existan tantos tipos de videojuegos y maneras diferentes de disfrutarlos, como este título que os recomiendo hoy por ser lo opuesto a casi todo lo que analizo aquí habitualmente.

The Silent Age es un breve relato de ciencia ficción en forma de aventura gráfica con un desarrollo muy lineal y directo. Su historia nos cuenta cómo Joe, un tío normal y corriente, empleado de mantenimiento de una gran corporación, se ve involucrado en un asunto muy serio al descubrir a un extraño visitante que asegura provenir de otra época. A partir de ahí, Joe adquiere la capacidad de trasladarse desde su tiempo presente (años 70) hacia un distante y desolado futuro (2012). Impedir que ese futuro se haga realidad es la responsabilidad impuesta a nuestro pobre protagonista.
Al tratar de evitar hechos que ya conocemos antes de que ocurran, no faltan como es lógico las paradojas y efectos inesperados (o no) consecuencia intrínseca de los viajes en el tiempo. Sin embargo, es una historia corta y concisa que rehuye de la complejidad de la ciencia ficción más dura, es muy fácil de seguir pero intrigante hasta el final. Si tenéis niños en casa con edad suficiente para no traumatizarse al ver el esqueleto de un fallecido, seguro que disfrutaréis juntos resolviendo las andanzas de Joe. Podría ser una puerta de entrada hacia juegos más inteligentes e imaginativos, capaces de despertar experiencias positivas en el jugador.

Durante la partida, más que a las sesudas y enrevesadas aventuras gráficas clásicas, The Silent Age me ha recordado a las historias que me gustaba leer de joven. Lo he sentido más historia que juego al uso, una historia interactiva presentada de un modo muy minimalista tanto en lo visual como en lo jugable. El buen gusto queda patente en la perfecta combinación de intensos colores, fuertes contrastes y sombreados, dotando de vida a unos escenarios de trazos muy limpios, nada recargados. En conjunto, el resultado es muy estético y agradable.
La jugabilidad también está impregnada de ese minimalismo tan atrayente: The Silent Age se ve como se juega, se juega como se ve. Un único botón del ratón sirve para interactuar con los objetos, haciendo las funciones de “mirar”, “coger” y “usar” según sea necesario, no requiere que el jugador seleccione la acción adecuada entre esas tres posibilidades, el juego sabe qué hacer en cada momento. Un sistema un tanto simplón para una aventura convencional, pero ideal en el caso que nos ocupa y para animar a cualquier jugador a pasar un buen rato sin complicaciones.

Está dividido en pequeños episodios (el juego para PC se vende completo), cada uno ubicado en una zona concreta con objetos que sólo serán útiles en ese entorno, lo que facilita mucho la tarea a la hora de averiguar cómo y dónde utilizarlos. Sin llegar a ser una experiencia completamente guiada, su estructura cerrada impide que te atasques, sabes que si encuentras una cuerda no vas a tener que guardarla en el inventario eternamente hasta darle una utilidad, la solución estará delante de tus ojos, o un par de pantallas hacia la derecha. Siempre estás avanzando.
Con una historia bastante amena y baja dificultad (acertijos siempre lógicos), The Silent Age es perfecto para desconectar durante unas cuatro o cinco horas, sería difícil dejarlo incompleto. Un videojuego que no pretende ir más allá de lo que es, en la sencillez radica todo su encanto. Muy recomendable.